martes, 11 de noviembre de 2008

LOS DE LA JAC ESTAN AQUÍ

Este año, después de algunos sin hacerlo (demasiados para mi gusto), he vuelto a acampar en la Barrosa, junto a mi mujer y mi hijo y por supuesto, nuestra otra familia, la de la JAC.

 

Mi amigo Juan me invitó a volver al campamento, y aunque en principio debo reconocer que no me tomé la invitación demasiado en serio, acabé aceptándola, y bien que me alegro de haberlo hecho.

 

No os voy a contar cómo lo he pasado durante esos maravillosos días llenos de momentos irrepetibles, pero sobre todo de recuerdos entrañables. Recuerdos que han hecho asomar las lágrimas a mis ojos en bastantes ocasiones.

 

Han pasado algunos meses, y los recuerdos y las personas que los pueblan siguen volviendo a mi cabeza. 

Hoy, viendo antiguas fotos,  me he acordado de mis primeros veranos de acampado, cuando apenas contaba con un par de palmos más que mi hijo de cuatro años, y de algunas de las canciones que con mayor o menor afinación cantábamos a voz en grito en los momentos especiales del campamento.

 

 Una de ellas era aquella de  “Gachís, gachís, gachís, los de la  JAC están aquí”, que siempre “entonabamos” con especial énfasis cuando los autobuses cargados de niños e ilusiones asomaban por la Venta del Pino (o de Manuel), dispuestos nosotros a hacernos notar allí donde estuviéramos, con nuestros juegos, risas y canciones.

 

No se puede describir lo que uno siente cuando vuelve al lugar donde ha vivido tantas cosas, y no se puede describir cómo aprieta el nudo en la garganta cuando comprueba que aquellos que lo hicieron posible ya no están, no estaba El Viejo, y no estaba Manolo, pero su obra seguía allí, no solo la física, el campamento y las tiendas de campaña, sino lo que con su ejemplar vida nos enseñaron: ser felices haciendo a los demás felices, y eso sí que ha permanecido y permanecerá por mucho tiempo.

 

Lo he sentido con la misma intensidad que la última vez que estuve en el campamento y, quizás por la edad, siendo aún más consciente de lo que estaba viviendo. He visto la felicidad en la cara de mi hijo, disfrutando de cada momento junto con otros muchos niños  como pocas veces, y un buen puñado de jóvenes (y no tan jóvenes) comprometidos en esa tarea. 


Tengo  la esperanza de que mis hijos dentro algunos años puedan participar de las mismas experiencias que vivieron sus padres, y puedan aprender allí a amar y compartir con sencillez y sin aspavientos, junto a su otra familia, la de la JAC.  No habrán conocido ni al Viejo, ni a Manolo, pero seguro que podrán disfrutar de lo que a nosotros nos enseñaron. Se lo debemos.



Yo puedo asegurar sin miedo a equivocarme que, dispuestos a hacer felices a los demás, hoy y por mucho tiempo,  LOS DE LA JAC ESTÁN AQUÍ.


Luis M. 

7 comentarios:

  1. Y que sigan siendo muchos mas, los años que disfrutemos juntos yendo al campamento! La foto del despertar genial! Un saludo mochuelo!

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  2. Cualquiera que vea la foto pensará que es el despertar de un día del "Viejo" de hace 20 años, pero no... la foto es de este verano.
    Ja, ja, ja si es que "... somos la monda, viva la medre que nos pario..."

    Saludos
    Juan

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  3. Que va Juan, si tapas a luisito, a la foto por lo menos le echas 10 años

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  4. Foto genial, a quién mira ponxo???

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  5. Agradezco desde aquí a Warcho, que todos los años se queda dormido y así mantiene la ilusión de los monitores en este día tan especial, para que podamos entrar a "tapaderazo vivo" en su tienda y verle los ojos como brotolas.

    jefe seco

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  6. Bonito calzado el de Poncho. Aunque parece quedarle algo grande...

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  7. poncho mira al futuro con ilusion gracias a su ultramoderno e hiperajustado calzado de ultimisima generacion.espero haber aclarado todas las dudas ¡viva el CTI!

    poncho monitor?

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