lunes, 29 de marzo de 2010

LA TÚNICA

-“Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su manto y lo hicieron cuatro partes, una para cada soldado; además de la túnica” (Jn 19, 23, 24).
En el A.T. el manto es la figura de un reino o reinado.
Cuando a Jesús le quitan el manto los soldados – los paganos- es como que el reinado que era de los judíos, ha pasado ahora a ser suyo. (de los paganos).
Las cuatro partes en que dividen el manto los soldados, son símbolo de los cuatro puntos cardinales, es decir, representan la tierra entera. De aquí que la salvación sale de los judíos, pero a partir de ahora, es decir de Jesús, se extiende a toda la humanidad.
Hay otro significado profundo en este texto. San Juan nos dice que el manto es dividido en cuatro partes, pero que respecto a la TÚNICA, que no tenía costura y estaba tejida toda entera desde arriba, se dijeron los soldados: “no la dividamos, la sortearemos para ver a quién le toca”. Señalaba aquí San Juan la indivisible unidad del Espíritu.


Con esta introducción solo he querido hacer ver a todo penitente, a todo el que en los días de Semana Santa se viste una “túnica”, el profundo significado que tiene el procesionar revestido con ella; todo penitente, todo nazareno, lo que está queriendo imitar es a Jesús, al Nazareno.
De ahí el profundo respeto que desde que se pone hasta que se quita, se debe tener a esta vestimenta.
Da pena ver como hemos desfigurado ese sagrado momento; con qué poco respeto se pone, con qué poca unción se viste, en muchos casos.
Sin duda que hay cristianos que quieren vivir de cerca el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, su guía y maestro y para estos el procesionar es un verdadero momento de imitación, de querer compartir de alguna manera esos momentos difíciles y dolorosos de su Señor, y ciertamente que este sentido profundo se sabe y se tiene, de ahí que para estos cristianos, la túnica sea también el “traje” de bodas con el que quieren ser revestidos en su último momento, para procesionar hasta llegar al Padre, al Banquete de Bodas, para de manera definitiva y gloriosa, participar de esa resurrección a la que por el Bautismo fue incorporado a Cristo. Y por eso la presentan para que sea bendecida. Más aun, en cada desfile procesional, queda consagrada por el esfuerzo, la ofrenda y la oración que en silencio meditativo le brindan su desfilar.

Para mi que debíamos en el momento de ponernos la túnica, pensar un poco en todo esto y al igual que el sacerdote a la hora de revestirse con el alba para celebrar la Eucaristía, desde lo más profundo de nuestro interior, pedir a Dios ser purificados de todas nuestras debilidades y ser revestido con la túnica de la pureza y la santidad interior que necesitamos, para encontrarnos con el Señor siempre, de forma privilegiada y como una gracia particular en cada desfile procesional.-

Manuel Molina Delgado 2001

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