UNA SOLA NIÑA PUEDE SER LA DIFERENCIA ENTRE LA VICTORIA Y LA DERROTA: MULÁN

大家早上好！这一次，我们从遥远的东方向您问好 ¡Uy! Perdón… es que hoy os escribimos desde el lejano oriente. Es la magia del campamento: unos farolillos rojos hacen del comedor un auténtico templo de la dinastía Liang y unos cuantos palillos convierten a las acampadas en verdaderas guerreras del Gran Imperio Chino.

Guerreras que desayunaron siguiendo la ceremonia tradicional para ser más raudas que un río bravo y tener la fuerza de un gran tifón. Para caracterizarse algunas fueron fieles a las tradiciones: ojos rasgados, sombreros y palillos. Otras… bueno ya lo veréis en las fotos, optaron usar capotes y hasta fregonas (mucho más modernas sin lugar a duda). Mientras las niñas se presentaban a la casamentera, el Emperador apareció para dar una terrible noticia que se extendía por toda China como la pólvora: el ejército mongol había conseguido atravesar la Gran Muralla y nos estaba invadiendo.

Las niñas tuvieron que entrenar muy muy duro para salvar al Imperio y solo algunas consiguieron liberar su ‘chi’, esa energía que fluye en todos los seres humanos, pero que casi siempre reprimimos. Quizás las ayudase la comida tan deliciosa, nunca mejor dicho, que nos hicieron las cocineras y cocineros imperiales: arroz tres delicias, rollitos de primavera y cerdo agridulce.

Una vez cogieron fuerzas otro pequeño entrenamiento para conseguir tres virtudes: valentía, más fuerza y verdad. Y como en toda buena cultura oriental, no puede faltar la suerte. Por eso tuvimos que acudir al horóscopo, los animales nos dieron las claves para ganar la gran batalla final que se libró cuando cayó el sol.

Y la ganaron, todas juntas, como se suelen ganar todas las batallas. Vuestras niñas son valientes, se protegen entre ellas y consiguen hacer de este campamento un espacio seguro que es capaz de hacer desaparecer al imperio mongol y a cualquier otro monstruo que pueda aparecer.

Por cierto, ayer el cielo estaba precioso y la luna brilló muy muy fuerte 💫 Hasta el infinito y más allá.

¡Siempre Unidas!... y Marisa lo serás tú 

Aquí, teletrabajando, Nerea